- Fecha: 2019-09-23
- País: España
El tiempo de descuento empieza con 167 millones de euros menos, los que costará la logística electoral de los próximos comicios del 10 de noviembre. Una partida que se restará a un presupuesto exprimido hasta el máximo, manoseado y prorrogado desde el último Gobierno del Partido Popular, que llegará hasta 2020 sin el necesario relevo de unas cuentas frescas preparadas para combatir la desaceleración económica. En un año que parece el día de la marmota, con un Gobierno en funciones desde abril y con reformas enquistadas en los despachos; comunidades autónomas exigiendo más recursos y cientos de convocatorias públicas sin aprobar, ¿ha sido también un año perdido para la economía española?
A algunos empresarios parece no preocuparles ni el gasto electoral ni lo que lleva detrás mientras su caballo de batalla, la subida de impuestos, sea atajada de raíz, como ha sucedido hasta ahora tras largos meses de interinidad. El Círculo de Empresarios ha encontrado la solución que propugnó hace unos meses, cuando su presidente, John de Zulueta, defendió la vuelta a las urnas antes de tener que soportar un Gobierno de PSOE y Unidas Podemos con apoyo de los nacionalistas. A su juicio, España está más cerca de conseguir un pacto “centrista” de PSOE, Ciudadanos y PP. “Solo por razones de imagen, ahora que los políticos tienen una proyección tan baja como los banqueros, los empresarios y los periodistas, va a haber un pacto centrista antes de Navidad. Nosotros empujamos este pacto porque es la menos mala de las opciones”, sostiene De Zulueta.
El presidente de la Cámara de Comercio de España, José Luis Bonet, no va tan lejos como para haber deseado susto (elecciones) antes que muerte (pacto PSOE-Unidas Podemos), pero cree que el país “debe tener un Gobierno centrado y estable”. Matiza que, aunque se haya perdido un año en muchos aspectos, España “ha funcionado con esa ventaja extraordinaria que tiene en el turismo, ha ido para delante”. Los belgas se pasaron 541 días sin Ejecutivo entre 2011 y 2010, récord absoluto, sin graves consecuencias para el país. España por ahora sostiene la actividad jugando a los platillos chinos. Porque si se mira en el espejo de la estadística, el país camina razonablemente bien, sorteando los problemas urgentes, con las mismas alertas encendidas en el resto de economías del entorno, pero sin pensar en cómo solucionar los problemas importantes.
Menos fuelle
La economía duplica las tasas de crecimiento de la zona euro pero pierde fuelle y es difícil que alcance a final de año ese 2,2% proyectado por el Ejecutivo. En los últimos 12 meses la Seguridad Social acumula 480.000 afiliados más (hasta septiembre), una cifra que sin embargo es menor que los 600.000 que se han llegado a alcanzar. Tras los datos resuena el eco de empresarios y economistas que exigen reformas estructurales urgentes que la parálisis impide. Y esas son la reforma fiscal, la laboral y la educativa y, por supuesto, la de las pensiones, que es la espada de Damocles de nuestra economía, según De Zulueta. Bonet añade el impulso a la digitalización y la globalización como retos inaplazables.
Pero ven más lejos el miedo que pasaron cuando la ministra María Jesús Montero presentó los Presupuestos. Porque “eran un ataque frontal a las empresas, que éramos tratadas como las vacas lecheras del país con un impuesto del 10% a la banca, otro del 5% sobre los dividendos, elevando el impuesto mínimo al 15%, eliminando topes a las cotizaciones a la Seguridad Social, gravando los hidrocarburos…”, enumera, al tiempo que alerta de la dañina economía sumergida, que calcula es del 17% del PIB.
Pero el balón vuelve al suelo en el espejo de los economistas. Ángel Ubide describe este ciclo dentro de la “senda de lógica moderación tras varios años de crecimiento muy rápido, por encima del crecimiento potencial, que se beneficiaba de un contexto internacional muy favorable y que no era sostenible de manera indefinida”. Desde Washington, donde reside, desdramatiza el posible efecto negativo de prorrogar los Presupuestos. “Es algo muy común en países como EE UU, donde llevan años sin aprobar el presupuesto. Al fin y al cabo, la política fiscal este año ha sido adecuada desde un punto de vista cíclico, apoyando al crecimiento y así ayudando al BCE en su esfuerzo por restaurar la inflación a niveles acordes con su objetivo”.
UN SEMESTRE EXPORTADOR, PERO MÁS FLOJO
Entre enero y junio, las exportaciones españolas de bienes se incrementaron un 1,7% respecto al mismo periodo del año anterior, y alcanzaron los 147.408 millones de euros. Aun siendo positivo, es el ritmo de crecimiento más bajo registrado en la última década en ese semestre. El saldo comercial registró un déficit de 14.711 millones, un 0,9% superior al de 2018.
Poco más se puede hacer, sostiene Juan José Toribio, profesor emérito de IESE Business School, en una economía regional como tilda a la española, absolutamente dependiente de la europea y que sigue funcionando porque la influencia del Gobierno no es tan grande como pudiera pensarse. BBVA Research se ha encargado de medir con modelos econométricos el coste de la incertidumbre. Lo explica Rafael Doménech, su responsable de Análisis Económico: “Hasta el pasado agosto este indicador está en niveles promedio de los últimos cuatro años, que se sitúan por encima de la media histórica”. El coste de rebasar esa media resta dos o tres décimas al crecimiento del PIB y frena la creación de entre 150.000 y 200.000 empleos durante cuatro años.
Como dice Jorge Fabra, de Economistas frente a la Crisis, se han hecho muchos planes, pero no pasan de ser la expresión de un deseo. Pone como ejemplo el eterno problema de reformar el mercado de la electricidad. “Sí, se han solucionado algunos problemas, subsanando casos de pobreza energética con el bono social, pero tenemos la energía muy cara sin justificación alguna”.
Los sindicatos tampoco comparten la opinión de las patronales. Es más, según Carlos Martín, responsable del gabinete económico de CC OO, la primera medida que ha de abordar el Gobierno que salga de las urnas el próximo 10 de noviembre es una reforma tributaria que homologue la contribución fiscal española con la media europea. “Ello nos permitiría recortar los 6,4 puntos sobre el PIB de menor recaudación fiscal que tenemos actualmente y serviría para equilibrar las cuentas públicas, sobre todo de la Seguridad Social, impulsar la inversión y recuperar el empleo perdido”.Temblores mundiales
No es una cuestión baladí. La representante de UGT pone un buen puñado de ejemplos de medidas que se han quedado guardadas en el cajón. “El hecho de no poder actualizar el Iprem va a perjudicar el acceso a becas o el de muchas familias a una vivienda social. Las comunidades autónomas no pueden utilizar fondos que el Estado retiene y el problema se traslada a la sanidad y la educación”. Y, además, todo ocurre en un momento de temblores planetarios: Brexit, subida del petróleo, guerra comercial, desaceleración global, transición en la Comisión Europea y el BCE. “No deja de ser un contexto que agrava nuestra propia situación”. Y deteriora la foto que el país podría tener en el futuro. Porque el pasado ya está escrito con líneas rojas, como la del Ibex 35: en 2007 el selectivo estaba en 15.700 puntos y ahora pasa a duras penas de los 9.000.
Toda esa incertidumbre internacional, sostiene José García Montalvo, profesor de Economía de la Universidad Pompeu Fabra, hace que la inestabilidad política en España sea como una gota de agua en el océano. Quizá mejore el año próximo, comenta el profesor, dando fin a cuatro años de montaña rusa en La Moncloa. ¿Podremos romper este bucle en 2020? ¿Acabar con el día de la marmota?
Fuente: https://elpais.com/economia/2019/09/20/actualidad/1568993371_644014.html